El documento recoge la aprobación y confirmación de una cofradía erigida en la iglesia bajo la advocación de San Cristóbal, en la diócesis del Cusco, solicitada por Cristóbal de Porres, natural de la región. En él se reconoce la validez de las bulas y privilegios pontificios obtenidos en Roma, concediendo a los miembros de la cofradía indulgencias espirituales, facultades litúrgicas y beneficios religiosos. También se establecen normas de piedad y disciplina para sus integrantes, como la obligación de rezar, corregir blasfemias y mantener buenas costumbres. Asimismo, se exhorta a la participación activa en las celebraciones litúrgicas y a la práctica de la caridad fraterna, asegurando la perpetuidad de la institución bajo la autoridad de la Iglesia.